Prepárate. Merece la pena dedicar unas horas a reunir los materiales que vas a necesitar. Tener todas las herramientas a mano te ayudará a simplificar el proceso y así ahorrarás tiempo.
La calidad sí que importa. Evita pinturas de baja calidad. Tendrás que aplicar más capas y el acabado suele quedar poco uniforme.
No escatimes en brochas. Invierte en una brocha de cerdas sintéticas de 5 cm de buena calidad para los bordes.
Cuidado con los bordes. Pinta primero las esquinas, los extremos del techo, por encima del zócalo y los bordes de las ventanas y puertas antes de pasar a las paredes. Tendrás que repetir este proceso para cada pared antes de pasar a la siguiente para garantizar que la pintura se mezcle adecuadamente.
Empieza con el rodillo de pintura. Necesitarás un rodillo de pelo medio de 17 cm para las paredes, pero si tienes radiadores o partes estrechas que pintar, también merece la pena tener un rodillo pequeño. Si acabas de comprar el rodillo, lávalo con jabón y agua antes de utilizarlo para eliminar la pelusa.
Fuera goteos. ¿Temes que la pintura gotee? Moja la brocha hasta la mitad dentro de la pintura para empaparla y a continuación da unos pequeños golpecitos en el lateral de la lata para eliminar el exceso de pintura.
Pintar con letras. Si estás pintando un espacio de grandes dimensiones con un rodillo, empieza por pintar una ‘W’ en la pared y después rellénala con una ‘M’ sin levantar el rodillo. Así obtendrás una cobertura uniforme.
Deja las ventanas para más tarde. Que no te entre el pánico si salpicas una ventana de pintura. Espera a que se seque y límpiala con una espátula.
Mantenimiento de brochas. Guarda las brochas y los rodillos en un cubo y cúbrelos con un paño húmedo cuando no los utilices para que no se sequen.
Limpia a medida que pintas. Ten un paño limpio y húmedo siempre a mano para limpiar las salpicaduras al momento. Seca la zona con una toallita de papel para eliminar el exceso de pintura. Si limpias a medida que pintas, te ahorrarás trabajo más tarde.
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